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domingo, 20 de mayo de 2018

La familia, MODELO IDEOLOGICO

reflexión y discusión  del Taller

“YO LE DIGO A MI MARIDO QUE NO ME PEGUE TAN FUERTE”

Es muy recomendable para un psicoanalista no perder su capacidad de asombro pues eso querría decir que ha abandonado su campo de trabajo, ha caído en la común creencia de que las palabras tienen un significado fijo, preestablecido, y que cuando uno dice algo, no dice ni más ni menos que lo dicho; pero no hay sentido común. Hay sentido, pero no común.
 allá del impacto que produjo escucharla en ese instante, más allá de lo que esa frase decía de esa paciente y su historia conyugal y más allá de lo que expresaba acerca de su tratamiento, esta frase nos servirá para reflexionar acerca del infierno que también anida en las relaciones humanas -en todas ellas- y no sólo entre hombres y mujeres.
La familia, además de ser un contrato social, económico, sexual, afectivo, es un modelo ideológico inconsciente, lo que quiere decir que no se deja de ser familia por el hecho fortuito de vivir solo.

Si nos quedamos en las apariencias de lo que el título dice, concluiremos que se trata de una pobre mujer víctima de un hombre desalmado, y no queremos venir a desmentir esta realidad que, cotidianamente, nos consterna. Nos gustaría  atrevernos a ir un poco más lejos y ver que en esa frase, además de un pedido de que el daño sea menor, no hay una firme decisión de poner fin al drama.

Es decir, hay una situación establecida en la cual los espejismos imaginarios que atraviesa la pareja, someten a ambos a vivir vidas ya vividas, a no poder ni saber salir de la cárcel imaginaria donde la única elección (inconsciente) es ser preso o carcelero, a compartir mesa y lecho con el miedo y con un deseo seco hace ya tiempo; haciendo -sin darse cuenta- todo lo posible para que las cosas no cambien, quejándose -todo lo que pueden- de que las cosas no cambian. Y sabemos que la queja es una acción que garantiza que no habrá transformación.
 A veces siguen juntos para que nada cambie, a veces se separan para que nada cambie. Otras veces, los hijos son la excusa para separarse o para no separarse y con el tiempo serán declarados culpables de lo que se haya decidido. La estructura familiar busca un equilibrio que nada tiene que ver con que los integrantes del grupo familiar sean -lo que se llama- gente equilibrada.
La familia puede ser un buen lugar para ayudar a crecer, un tiempo para dejar aprender, siempre y cuando sus integrantes adultos, jóvenes y niños, reconozcan que crecer y aprender les incumbe a todos, aunque la responsabilidad de este reconocimiento recaiga, principalmente, en los adultos. 



(E.G.M.)



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